Toastmasters video: Consideraciones para hablar en público
versión en video: https://youtu.be/X9UN7Ebx0R8
Aquella persona que
tiene el suficiente valor y agallas como para presentarse frente a un público
numeroso, además de ser adicto a la adrenalina, se le conoce como orador. Hay
varias formas efectivas de estructurar un discurso o una conferencia, y no hay
que perder de vista una doble finalidad: expresar correctamente nuestras ideas
de manera entendible, pero también hacerlas interesantes ante nuestro público
para que actúen en consecuencia. En otras palabras, hablar bien y persuadir a
la gente.
En primera instancia, se debe identificar que tan cercano está el orador
a la edad de la audiencia, ya que este es un factor primordial para el uso del lenguaje
y selección de palabras. En términos generales, hay que usar un lenguaje formal
pero no muy técnico ni tampoco rebuscado, ya que si no captamos la atención del
público desde el primer momento,
entonces probablemente nunca captemos su atención.
Cuando se hace una conferencia en un foro o congreso, regularmente están presentes grupos homogéneos, que relativamente han compartido la misma educación y usan el mismo vocabulario, coloquialmente se dice que “hablan el mismo idioma”. Y si es un evento estudiantil, se le agrega el hecho de que este tipo de oyentes nacieron más o menos en los mismos años.
Pero en otras ocasiones, se ofrece una conferencia frente a personas de
muy distintas ideologías, creencias y hasta de diversos grados educativos. En
este caso, lo que se sugiere es mantener un discurso neutro. Es muy importante no confundirlo con tibio, por que entonces no transmitiremos esa vibra,
esa pasión y dominio del tema que estamos tratando y, está por demás decir, que
el público se dará cuenta de que los
labios del orador se mueven, pero no comunica nada.
De igual manera, el conferencista es una pieza del contenido de la exposición,
“el vendedor es parte del producto”, se dice.
Por lo que el orador tiene que mantener un aspecto pulcro, mostrando
seguridad no solo en su voz, sino también en su lenguaje corporal: resuelto y
cómodo.
Junto al obvio conocimiento del tema que tiene que haber para poder exponer, y la preparación que lleva implícito ese proceso, es necesario ilustrar de manera precisa el asunto que le planteamos al público. Aquí es de gran ayuda poseer un amplio margen de referencia y mentalidad crítica para poder abordar el aspecto que se presenta desde diferentes enfoques.
En mi experiencia, puedo decir que la por más que uno haya preparado su
disertación, es imperativo dejar un espacio hacia la Improvisación.
Existen oradores que prefieren conducirse siguiendo un guión completo,
pero no se recomienda que nos apeguemos demasiado a él, porque probablemente tengamos
que improvisar por lo menos una vez. Si somos de pensamiento rígido, perderemos
el ritmo que teníamos en nuestra presentación, las ideas se escaparán y
evidentemente, nos pondremos nerviosos.
La improvisación no debe ser muy recurrente, es decir, no hacerla
habitual en nuestra práctica-- por más talento que se tenga. Poseer una amplia
capacidad de improvisación no es excusa para no planear con antelación. El
dejar todo a la suerte, al fluir del momento-- además de ser una falta de
respeto para con la audiencia-- resulta peligroso, ya que se corre el riesgo de
perder el hilo conductor del tema.
Sin duda, improvisar es un estado de conciencia, es saber como andar de
manera rápida en una autopista curva, es cambiar poco o mucho el plan original
de la presentación según se vaya requiriendo durante el proceso de exposición.
Este recurso es muy útil cuando sentimos que perdemos la atención del
auditorio, ya que a través de un ejemplo curioso, una metáfora o hasta de una
broma, podemos retomar su interés.
Por último, es recomendable conocer con antelación el lugar físico en
donde se va a llevar a cabo nuestra participación… más que nada por aspectos
acústicos. ¿Será necesario llevar equipo de sonido o solo con nuestra voz
basta?
¿El lugar cuenta con aire acondicionado que puede hacer inaudible nuestra
voz en algunas áreas del recinto?
¿Hay servicio de comida y alimentos que pueda distraernos a nosotros o
al público?
Con todo lo anterior en mente, la invitación queda hecha para considerar
estas cuestiones y asegurarnos de presentar un discurso o conferencia con
efectividad y convencimiento.
Por que recuerden, cualquier persona puede hablar, pero solamente
algunas pueden comunicar.
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