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Toastmasters Video: Sorpresa (cuento de Fredric Brown)

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Para ver el video dar click en el siguiente enlace:  https://youtu.be/ewZrVpTguMc SORPRESA Fredric Brown Lo despertó la campana, pero todavía permaneció acostado un buen rato: pensando y repasando una última vez sus planes sobre el robo que iba a cometer más tarde y el asesinato en la noche. No había descuidado ningún detalle. Se trataba de un simple repaso final. En toda la extensión de la palabra, sería libre a las veinte horas y cuarenta minutos. Se había señalado esa hora porque con ella cumpliría exactamente cuarenta años. Su madre, apasionada de la astrología, le recordó siempre ese instante preciso de su nacimiento. Aunque no era supersticioso, halagaba su sentido del humor…poder empezar una nueva vida justo a los cuarenta años. Y eso que el tiempo trabajaba en su contra. Hombre de leyes, especializado en asuntos inmobiliarios, por sus manos pasaban enormes sumas de dinero y parte de ellas se le quedaban pegadas. El año   anterior “pidió” ...

Poema: Un despertar (Octavio Paz)

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Dentro de un sueño estaba emparedado. Sus muros no tenían consistencia ni peso: su vacío era su peso. Los muros eran horas y las horas fija y acumulada pesadumbre. El tiempo de esas horas no era tiempo. Salté por una brecha: eran las cuatro en este mundo. El cuarto era mi cuarto y en cada cosa estaba mi fantasma. Yo no estaba. Miré por la ventana: bajo la luz eléctrica ni un alma. Reverberos en vela, nieve sucia, casas y autos dormidos, el insomnio de una lámpara, el roble que habla solo, el viento y sus navajas, la escritura de las constelaciones, ilegible. En sí mismas las cosas se abismaban y mis ojos de carne las veían abrumadas de estar, realidades desnudas de sus nombres. Mis dos ojos eran almas en pena por el mundo. En la calle sin nadie la presencia pasaba sin pasar, desvanecida en sus hechuras, fija en sus mudanzas, ya vuelta casas, robles, nieve, tiempo. Vida y muerte fluían confundidas. Mirar deshabitado, la presencia con los ojos de nadie me miraba: haz de reflejos s...

Reflexión: Decálogo del escritor (Augusto Monterroso)

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(pero que contiene 12 mandamientos para que cada quien escoja los diez que más le acomoden y pueda rechazar 2, al gusto)                                             1.       Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre 2.       La posteridad siempre hace justicia. No escribamos nunca para nuestros contemporáneos, ni mucho menos para nuestros antepasados. Escribamos para la posteridad, en el cual sin duda el escritor será famoso. 3.       Nunca olvides que en la literatura no hay nada escrito. 4.       Lo que puedas decir con 100 palabras habrá que decirlo con 100 palabras; lo que con 1, con 1. Nunca empleemos el término medio; jamás escribir nada con 50 palabras. 5.       Aunque no lo parezca, escribir es un...

Reflexión: Cartas a un joven poeta, parte 1 de 2 (Rainer Maria Rilke)

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Primera parte de una selección propia de algunas líneas de las cartas que Rilke le escribió al militar y periodista Franz Xaver Kappus, como respuesta a la petición de este último sobre consejos acerca de cómo y qué escribir.  Valiéndose de respuestas elocuentes, con un lenguaje magistral y sublimes ejemplos, Rilke nos invita a ser observadores y vivir intensamente, aspectos fundamentales no solo para tener una vida con sentido, sino una existencia rica y artística.  Sumamente inspirador.  Para ver en video: https://youtu.be/pNAvCbtUqbw

Cuento: Continuidad de los parques (Julio Cortázar)

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Versión en video:  https://youtu.be/7797khOVPvg Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles.  Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en e...