Artículo: Graffiti Comunicación alternativa
Publicado Originalmente en el Periodico Imagen de Veracruz 20 de Enero del 2010
“El hombre siempre busca expresarse, aunque esto le cueste la vida y tenga una mordaza en la boca”, estas palabras de Oscar Wilde, engloban la idea de que cualquier ser humano está consciente de la importancia de expresar sus propias convicciones.
El arte urbano, también conocido como graffiti, es un intento de creación dialogada, donde el propósito de la comunicación es despertar el impacto. Una vez que el espectador entra en shock es determinante que exista un mensaje lo suficientemente argumentado en estética de la imagen para que un graffiti no sea considerado como un completo acto de vandalismo.
Hay que recordar que un muro pintado en zonas urbanas está considerado como una forma de expresión relativamente nueva, desarrollada durante la gestación del movimiento hip hop, que tiene sus inicios en los 70´s en la ciudad de Nueva York, principalmente en el Bronx. Aunque en aquellas fechas sólo se acostumbraba rayar con plumones el nombre de un individuo o de una banda. Esto se hacía sobre vagones de metro viejos y en desuso. Pronto los jóvenes empezaron a pintar por completo sobre trenes, bardas y edificios. El espectacular más inaccesible o el edificio más alto son las perlas de la corona para los seguidores del arte urbano.
Una de las causas por las que surge “el movimiento de la pinta de bardas” es debido a que los medios de comunicación oficiales no daban a conocer toda la información que poseían y los grupos sociales oprimidos no encontraban un foro de expresión para sus inquietudes. Esto provocó el elogio de algunos y el desprecio de otros. Existían, como hoy en día, personas que consideran estas acciones como arte y otras como vandalismo, por destruir propiedades públicas y privadas. En algunas ocasiones el dueño del inmueble da su autorización para que sea pintado, pero en otras tantas no. Es por ello que se les puede considerar como “crímenes artísticos”.
Contrario a lo que pudiera pensarse, aún cuando se cuenta con el permiso del propietario del inmueble se considera como graffiti auténtico y no como “un trabajo por encargo”. Lo importante es mantener una independencia creativa, que nadie les diga qué pintar y en cuanto a temática lo más relevante es que no esté abiertamente a favor de ningún régimen o partido político. “El graffiti no es servilismo, es expresión gutural del descontento de las minorías suburbanas” comentó el director de cine Spike Lee.
La gente que pinta graffiti muy rara vez usa su nombre verdadero. De tal suerte, ellos establecen un código para identificarse entre familias de graffiteros, por lo regular diferenciándose con el tipo de letra que usan en la firma. Además, al igual que en otras tribus urbanas, el graffitero elige su propio apodo y no es raro que alguien tenga más de uno, volviéndose la identidad del ser humano un acto de recreación continua.
Un graffitero tiene un elevado sentido de la estética, piensa en función de formas, signos y colores, posee una inteligencia artística, existiendo sensibilidad a las dificultades que como sociedad nos aquejan como los problemas de salud sexual, la carestía, la falta de empleo o la pérdida de sentido de vida.
En muchas ocasiones el movimiento del graffiti está considerado como una herramienta de presión ante el poder político de las naciones, presentándose como promotor de ideas sociopolíticas tales como derechos humanos, equidad y medio ambiente.
El graffiti puede ser considerado como un válido vehículo de expresión de una tribu urbana o como una herramienta para incitar el vandalismo. Quizás no podamos modificar este fenómeno ni disuadir a sus seguidores, lo que sí podemos hacer es cambiar nuestro enfoque sobre el mismo. Probablemente esas bardas rayadas hablan lo que la mayoría calla.
"Graffiti: Comunicación alternativa"
L.C.C. Miguel Eugenio Mora Pérez
El arte urbano, también conocido como graffiti, es un intento de creación dialogada, donde el propósito de la comunicación es despertar el impacto. Una vez que el espectador entra en shock es determinante que exista un mensaje lo suficientemente argumentado en estética de la imagen para que un graffiti no sea considerado como un completo acto de vandalismo.
Hay que recordar que un muro pintado en zonas urbanas está considerado como una forma de expresión relativamente nueva, desarrollada durante la gestación del movimiento hip hop, que tiene sus inicios en los 70´s en la ciudad de Nueva York, principalmente en el Bronx. Aunque en aquellas fechas sólo se acostumbraba rayar con plumones el nombre de un individuo o de una banda. Esto se hacía sobre vagones de metro viejos y en desuso. Pronto los jóvenes empezaron a pintar por completo sobre trenes, bardas y edificios. El espectacular más inaccesible o el edificio más alto son las perlas de la corona para los seguidores del arte urbano.
Una de las causas por las que surge “el movimiento de la pinta de bardas” es debido a que los medios de comunicación oficiales no daban a conocer toda la información que poseían y los grupos sociales oprimidos no encontraban un foro de expresión para sus inquietudes. Esto provocó el elogio de algunos y el desprecio de otros. Existían, como hoy en día, personas que consideran estas acciones como arte y otras como vandalismo, por destruir propiedades públicas y privadas. En algunas ocasiones el dueño del inmueble da su autorización para que sea pintado, pero en otras tantas no. Es por ello que se les puede considerar como “crímenes artísticos”.
Contrario a lo que pudiera pensarse, aún cuando se cuenta con el permiso del propietario del inmueble se considera como graffiti auténtico y no como “un trabajo por encargo”. Lo importante es mantener una independencia creativa, que nadie les diga qué pintar y en cuanto a temática lo más relevante es que no esté abiertamente a favor de ningún régimen o partido político. “El graffiti no es servilismo, es expresión gutural del descontento de las minorías suburbanas” comentó el director de cine Spike Lee.
La gente que pinta graffiti muy rara vez usa su nombre verdadero. De tal suerte, ellos establecen un código para identificarse entre familias de graffiteros, por lo regular diferenciándose con el tipo de letra que usan en la firma. Además, al igual que en otras tribus urbanas, el graffitero elige su propio apodo y no es raro que alguien tenga más de uno, volviéndose la identidad del ser humano un acto de recreación continua.
Un graffitero tiene un elevado sentido de la estética, piensa en función de formas, signos y colores, posee una inteligencia artística, existiendo sensibilidad a las dificultades que como sociedad nos aquejan como los problemas de salud sexual, la carestía, la falta de empleo o la pérdida de sentido de vida.
En muchas ocasiones el movimiento del graffiti está considerado como una herramienta de presión ante el poder político de las naciones, presentándose como promotor de ideas sociopolíticas tales como derechos humanos, equidad y medio ambiente.
El graffiti puede ser considerado como un válido vehículo de expresión de una tribu urbana o como una herramienta para incitar el vandalismo. Quizás no podamos modificar este fenómeno ni disuadir a sus seguidores, lo que sí podemos hacer es cambiar nuestro enfoque sobre el mismo. Probablemente esas bardas rayadas hablan lo que la mayoría calla.
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